Los visitantes del Museo Galileo (http://www.museogalileo.it/) de Florencia, amena exposición sobre como (re)nació en occidente la actitud científica hacia el conocimiento, no pueden dejar de observar una realidad evidente: el museo está repleto de aparatos de medida. Medir es la base de la ciencia, pero en nuestros tiempos hay paradógicamente muchos que niegan en las llamadas ciencias sociales la necesidad de medir, e incluso la critican como inductora de pecados como parcialidad, discriminación, etc.
Esas críticas no frenan afortunadamente las ganas de saber, y hoy sabemos algo más: hay algún trastorno de aprendizaje en más del 20% de los escolares. La noticia se publica hoy, por ejemplo en La Vanguardia (http://www.lavanguardia.com/vida/20140517/54408008382/vall-d-hebron-trastorno-aprendizaje-escolares.html), y como anticipo de su lectura entresacamos tan sólo un breve fragmento:
El impacto de esta certeza va más allá de saber que los escolares españoles son semejantes a los holandeses o los canadienses, que los porcentajes de cada una de las dificultades que se les ponen en el camino de su aprendizaje son idénticos. La realidad local es que durante mucho tiempo se ha negado en el mundo escolar y también en el sanitario esta moda de los trastornos que sólo trataba de vender pastillas. Para algunos eran inexistentes y, por lo tanto, no debían recibir tratamiento en los servicios de salud mental para infancia y adolescencia del sistema sanitario público, ni considerados dentro del aula por sus necesidades especiales. Para otros eran un cajón de sastre donde meter los malos resultados escolares o la incompetencia del sistema de enseñanza. Y a menudo se esgrime que lo que hay es sobrediagnóstico y que ahora se pretende enviar al psicólogo a cada niño que es un poco más movido que los demás.
Ahora que disponemos de medidas, algunas palabras del texto son especialmente dolorosas: ¡Para algunos eran inexistentes! Podemos imaginar algunas de la reacciones al estudio mencionado en la noticia: será divertido identificar que escusas encuentran al conocimiento, a las ganas de saber…