Podría pensarse que, dados los avances realizados en el estudio de
los TEA
por los científicos de orientación claramente contraria a las posiciones
psicodinámicas, aquellos que se se sitúan en estas posiciones
psicoanalíticas habrían desaparecido discretamente, cediendo el
terreno a quienes de verdad han sido capaces de ofrecer explicaciones
claras para el diagnóstico y tratamiento de
los TEA
(y dicho sea de paso, sin tener que acusar a las madres de
ningún pecado). Pues quien piense así se equivocará: hay quien
considera a los TEA
más severos una psicosis
infantil, de origen psicogénico. Quienes esto defienden no se
atreven ya a citar a Bruno Bettelheim (infausto creador del concepto
de madre refrigerador
), pero tienen una alternativa
(que consideran presentable) en
Frances Tustin. Para que el lector juzgue por sí mismo el estilo de
esta psicoanalista, se presentan a continuación dos párrafos
entresacados de un texto suyo:
Ser o no ser: un estudio acerca del autismo
Frances Tustin
Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - No 3 – 1995
…
La psicoterapia con niños autistas nos pone en contacto con sus experiencias del pecho. Como hemos visto, nos muestran que por distintas razones, asociadas con la propia naturaleza del bebé, como también con la situación en la que son amamantados, éste fue un momento traumático en el que repentinamente comprendieron que el pezón era algo separado de su lengua, y que no estaba disponible a demanda. Tales experiencias de separación significarían que el symbolon pezón-lengua parecería estar partido en dos. El amamantamiento satisfactorio les permitiría juntarse a las dos partes, en una correspondencia exacta, que produciría éxtasis. Pero, casi invariablemente, se informa que los niños autistas no chupaban bien el pecho de bebés. Tampoco el chuparse el dedo u otro objeto es característico de ellos; en su lugar aparece el aferrarse idiosincráticamente a objetos autistas. A los dedos o al pecho se los siente como teniendo que viajar a través del espacio para alcanzar la boca; a los objetos autistas se los siente como una parte siempre-presente del cuerpo y por lo tanto, no traen ninguna alarmante sensación de espacio.También, en la depresiva situación de amamantamiento, que predispone a un bebé al autismo, ni la madre, ni el bebé, pueden tolerar el éxtasis. Todos los sentimiento fuertes son amortiguados. La madre no puede cantar un Magnificat y el bebé no puede entrar en arrobamientos acerca de la belleza del mundo, como fue descripto por Donald Meltzer. De este modo, el symbolon, como precursor del símbolo, no se vuelve una experiencia compartida entre ellos. Para llevar todavía más allá el uso de la metáfora griega de Di Cegli, en situaciones de frustración, en lugar de symbolon aparece la experiencia del diabolon. En vez de un click creativo, aparece la experiencia de un crash destructivo. En vez de éxtasis, hay berrinche.
…
No hay que considerar a las ideas de esta psicoanalista como una curiosidad histórica. Todo lo contrario: por ejemplo, el Frances Tustin Memorial Trust (http://www.frances-tustin-autism.org/eng/homConts.html) tiene por misión extender el trabajo e ideas de Frances Tustin mediante actividades como el Frances Tustin Memorial Prize (http://www.frances-tustin-autism.org/eng/PrizeLectutre/palConts.html), que premia con 1000$ textos que perseveren en encontrar interpretaciones simbólicas a la conducta de los afectados por TEA. Entre los textos ganadores del premio (http://www.frances-tustin-autism.org/eng/PrizeLectutre/palDetail.html) podemos encontrar títulos como Trauma prenatal y autismo que, en fecha tan reciente como 1997, persiste en acusar a las madres de ser las causantes de los TEA padecidos por sus hijos. Véase como ejemplo este párrafo:
It is suggested that a psycho-physical retreat from the auditory experience of the mother’s voice, which normally stimulates foetal proto-mental activity and may lead to the development of a ‘sound-object’, might contribute to the later autistic child’s isolation and non-mental clinging to tactile sensations.
Que podemos traducir por:
Se sugiere que el retiro psico-físico de la experiencia auditiva de la voz de la madre, que normalmente estimula la actividad proto-mental del feto y puede llevar al desarrollo de un ‘objeto-sonido’, podría contribuir al posterior aislamiento y adhesión no-mental a las sensaciones táctiles de los niños autistas.
Por tanto, volvemos a la
madre refrigerador
o, en este caso, a la
¡madre poco habladora!